La música se encarga de incrementar la producción de dopamina, sustancia que actúa en el cerebelo, haciéndolo capaz de “sincronizarse” al ritmo que posee la música provocando placer. Transcurrido cien años desde que el filósofo alemán Friedrich Nietzsche afirmara lo anterior, diversos neurocientíficos, musicólogos, psicólogos y antropólogos se han dedicado a comprobar que este ciertamente tenía razón.
Basados en el …